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¿Cuándo es útil y cuándo no la prueba de la PCR?

La PCR es una técnica de biología molecular que se lleva aplicando en el campo de la investigación desde hace más de tres décadas.


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A estas alturas de la pandemia todos hemos oído hablar de la técnica de la PCR. A muchos de nosotros nos han realizado la prueba o, al menos, todos tenemos algún familiar o amigo que se ha sometido al test. Pero ¿sabemos qué es una PCR y cuándo se utiliza? ¿Tenemos claro cuáles son los errores más comunes que pueden surgir?


Empecemos por aclarar que la PCR es una técnica de biología molecular que se lleva aplicando en el campo de la investigación desde hace más de tres décadas. Desarrollada en 1986 por el bioquímico estadounidense Kary Mullis, se basa en una reacción enzimática mediada por la polimerasa. De ahí su nombre, derivado de las siglas en inglés de Polymerase Chain Reaction (Reacción en Cadena de la Polimerasa, PCR).


La polimerasa es una proteína que está presente en todas las células de cualquier ser vivo y se encarga de duplicar el material genético –el ADN– en los momentos previos a la división celular. Con la PCR aprovechamos esta habilidad de la enzima para realizar muchas copias de un fragmento concreto de ADN.


¿Cuándo se utiliza la PCR?


La PCR es útil cuando somos capaces de indicar a la enzima polimerasa qué fragmento exacto de ADN es el que queremos que copie. Eso significa que para poder recurrir a ella debemos conocer previamente la estructura del material genético y tener claro el fragmento que nos interesa.


Entre otras cosas, sirve para:


  • Detectar infecciones producidas por microorganismos patógenos, como el coronavirus SARS-CoV-2 o la gripe en humanos, y también Leishmania en perros

  • Saber cuánta cantidad de un microorganismo (bacteria, virus, hongo…) hay en un determinado alimento

  • Detectar si una bacteria posee genes específicos de resistencia a un antibiótico concreto

  • Medir los niveles de expresión de un gen y comprender por qué bacterias con el mismo código genético responden de manera diferente en función de las condiciones a las que son sometidas.


También se recurre a ella en medicina forense, para la identificación de víctimas o agresores. O en paleontología para identificar restos biológicos que no se pueden catalogar a simple vista.


¿Cuáles son los errores más comunes que pueden surgir?


Aunque valiosa, la PCR no es infalible. Para entender cómo de fiable resulta conviene tener claros los conceptos de sensibilidad(probabilidad de que una muestra positiva genere un resultado positivo) y especificidad (probabilidad de que una muestra negativa origine un resultado negativo).


En el caso de la PCR del coronavirus se estima que su sensibilidad oscila entre el 70% y el 90% y su especificidad se sitúa por encima del 99,5%. Esto implica que prácticamente no se producen falsos positivos (las muestras negativas apenas devuelven resultados positivos). Pero sí puede haber algún falso negativo (muestra positiva que da lugar a un resultado negativo).


En ambos casos, el error suele derivar de un fallo bien durante el propio procesado de la muestra o bien durante la realización de la prueba.


Para poder comprender por qué se producen este tipo de errores es esencial conocer cómo se ejecuta la propia técnica de la PCR y cuáles son los puntos críticos de todo el proceso, ya que un fallo en alguno de ellos podría derivar en un resultado erróneo.



 
 
 

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